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Mapas antiguos – cartografia vintage

¿Cómo hacían los mapas en el pasado?

Hoy con los satélites…

Hoy con los satélites se puede dibujar todo con una precisión casi milimétrica, pero en el siglo X, el XVII o el XIX, no había nada de eso ¡La exploración espacial sonaba a brujería! Y el poder volar y tomar fotografías desde el cielo era un sueño imposible. Entonces ¿Cómo hacían los mapas?

Representación del satélite IIRM. Uno de entre las decenas de satélites de posicionamiento GPS

Cuando no había tecnología como la actual, se compensaba, como muchas otras cosas… con mucho ingenio.

Los agrimensores y la geodesia

Se recopilaban datos geodésicos, que son a grandes rasgos, una manera de definir las medidas de la tierra en sus distintos territorios.

Topógrafo del siglo XVII con carretilla de medición

Para ello se usaban las distancias terrestres, de una manera similar que podemos emplear para medir hoy nuestra propia casa. A otra escala, claro.

Y además lo acompañaban con los ángulos, no sólo para medir las alturas de los accidentes geográficos, sino para los dibujos y requiebros que hace el terreno como, por ejemplo, en las líneas de costa o en los meandros de los ríos. Pero no sólo para delimitar estas irregularidades, sino que la angulación y la triangulación se usaba determinar las distancias entre distintos puntos geográficos. Las matemáticas, como en casi toda ciencia, jugaban un papel fundamental.

El trabajo de la medición de distancias era realizado por los llamados agrimensores o topógrafos.

Este grabado está atribuido a George Washington, primer presidente de los Estados Unidos de América, en su faceta como agrimensor en su juventud.

Una cuestión de medidas

También se usaban unidades de tiempo, para el recorrido de largas distancias. Mucho antes de la adopción casi mundial del sistema métrico decimal, a finales del s.XIX, o del sistema imperial (en los países donde está implantado aún) se usaba un rosario de diversas medidas, como los estadios (180 m. aprox.), o las millas (1600 m. aprox.) de la edad antigua, pero estas equivalencias varían según la civilización que las usaban, incluso varían de una ciudad a otra.

Mapamundi de Pomponius Mela

En las medidas de distancias, no existían estándares concretos como los que tenemos hoy, y por ello se explica la tremenda imprecisión de los mapas más antiguos, que, además, no interesaban tanto cartografiar como los cielos, los cuales sí interesaban tanto por razones religiosas, como por prácticas, ya que, según la posición de los astros, se determinaba la época del año y el tiempo de las siembras o las cosechas.

Mapa de las constelaciones de Su Song (s. XI d.C.)

Lo más práctico, sobre todo para el ciudadano medio era medir las distancias en función del tiempo que se tardaban en recorrerlas, dependiendo del medio de transporte.

Como curiosidad, en esta web elaborada por la Universidad de Standford, sirve para calcular el tiempo que llevaba hacer una ruta entre distintos puntos del Imperio Romano, usando distintos medios de transporte, así como distintas épocas del año (no era lo mismo viajar en verano que en invierno), como si se tratase de un Google Maps de la Edad Antigua.

mapa orbis antigua roma
http://orbis.stanford.edu/ es una herramienta para entender las distancias entre distintos puntos en la Antigua Roma

Por ejemplo: desde Roma hasta Pompeya, usando la ruta más rápida, se tardaban 2,2 días … ¡En Barco! Entendemos que era mucho más rápido ir al puerto de Ostia, tomar un barco que bordeara la costa de Italia, que ir por vía terrestre para cubrir los más de 270 km. que hay entre ambas ciudades, en la misma península itálica.

La precisión de las costas

Aunque el desarrollo de las calzadas y los caminos evolucionaron enormemente los desplazamientos terrestres, así como la cartografía del terreno, los mapas antiguos eran más precisos en sus costas y mares, los que eran más transitados, especialmente los del Mare Magnum (Mar Mediterráneo) que los elementos cartográficos representados en tierra firme.

También las líneas costeras eran una excelente referencia para tomar las medidas y trazar los contornos de los países. Cualquiera podría subirse a lo alto de una montaña junto a la costa o un acantilado, como esos que abundan tanto en las penínsulas del Peloponeso, en Grecia, en la península ibérica o en la propia península itálica y observar como la tierra recorta las líneas de los mares.

Costa del mar jónico en la isla de Zante, en Grecia

Otra cosa era incluir, a modo de vaga referencia, las cordilleras y algunos ríos. De ahí, que algunos de los mapas antiguos incluyan estos accidentes geográficos como si hubiesen estado dibujados por un niño.

mapamundi de eratóstenes
Representación del mapamundi de Eratóstenes. Destaca la diferencia entre la precisión de las costas con respecto a los interiores donde sólo destacan algunos de los ríos más importantes.

Cuando se trata de la antigüedad, hemos de despojarnos de todo pensamiento moderno de instrumentos o métodos sofisticados. En los primeros siglos en los que tenemos constancia de mapas, especialmente los de hace dos milenios atrás, para dibujarlos bastaba con viajar, observar y medir distancias. Para representar lo desconocido, había que hacer uso de imaginación o historias que se contaban acerca de aquellas tierras extrañas. Y, por último, cubrir el mapa de un barniz de subjetivismo imperial o nacionalista. Lo habitual era colocar Roma en el centro del mundo, o en tras la entrada del cristianismo en el poder, a partir del siglo IV d.C. era muy común colocar Jerusalén en el centro. Lo que estaba más lejos de ese centro era considerado desconocido, extraño o incluso peligroso.


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